Bueno, la verdad es que cuando una relación termina, no solo los adultos la pasan mal. Los niños también sienten el golpe, aunque a veces no lo digan directamente. Es un momento complicado, y en medio de todo el caos emocional, lo último que queremos es que los peques sufran más de la cuenta.
Siempre digo que lo principal es recordar que el hecho de que papá y mamá ya no vivan juntos no significa que el amor hacia los hijos cambie. Practicar una crianza con amor es importante, aunque a veces, en medio de una ruptura, no siempre lo veamos tan claro.
¿Cómo afecta la separación a los hijos?
A ver, nadie tiene la fórmula perfecta para esto, pero hay algo que sí es seguro: los niños notan absolutamente todo. Y no solo eso, lo interpretan a su manera. Si ven a sus padres tristes o discutiendo, pueden llegar a pensar que ellos tienen la culpa. Es fuerte, pero pasa.
Me acuerdo de una mamá que llegó a consulta angustiada porque su hijo empezó a tener problemas en el colegio justo después de la separación. No quería hacer tareas, estaba irritable. Lo que descubrimos es que el niño pensaba que, si se portaba mal, quizá sus papás se unirían otra vez para “arreglarlo”. Imagina lo duro que fue para ella escuchar eso.

Estrategias para criar hijos felices en dos hogares
- Comunicación honesta (pero sencilla)
Los niños necesitan entender lo que está pasando, pero sin abrumarse. No es necesario entrar en detalles que solo los confundirán. Una frase que suele ayudar es: “Aunque papá y yo ya no vivamos juntos, los dos te amamos igual que siempre.”
Lo importante es que sientan que siguen siendo una prioridad para ambos, aunque ya no compartan el mismo techo. - Crear rutinas que den seguridad
Los niños necesitan saber qué esperar. Si en casa de papá se cena a las 8 y en casa de mamá a las 6, puede que no lo digan, pero eso los descoloca. No digo que todo deba ser idéntico, pero mantener ciertas rutinas similares ayuda mucho.
Un detalle curioso que vi en una familia fue que, en ambas casas, los niños tenían una caja de cosas especiales que siempre se llevaban cuando cambiaban de hogar. Un peluche, una manta… esas pequeñas cosas que les hacen sentir que tienen un pedacito de su vida normal en ambas casas. - No usar a los hijos como mensajeros
Esto es básico. Nada de pedirle al niño que le diga al otro padre algo importante o conflictivo. Es injusto y, además, les genera muchísima ansiedad. Si hay que discutir algo, mejor hacerlo entre adultos.
Recuerdo a una pareja que, tras mucho discutir, decidió que cualquier cosa urgente la comunicarían por mensaje directo. Así evitaban que el niño sintiera que tenía que “transmitir” problemas. - ¿Y qué hay de nuestras emociones?
A veces estamos tan enfocados en que los niños estén bien que nos olvidamos de nosotros mismos. Pero la verdad es que si no estamos emocionalmente estables, ellos lo notan. Si te sientes superado, busca ayuda. No es un signo de debilidad, sino todo lo contrario.
Hace poco, una mamá me confesó que se sentía culpable por llorar delante de sus hijos después de la separación. Lo que le dije fue que está bien mostrar emociones, porque también aprenden de eso. Lo importante es que entiendan que llorar es parte del proceso y que, aunque nos duela, vamos a estar bien eventualmente.
¿Te cuesta llevar esta situación?
En el Centro Psicológico y Psiquiátrico Excelentemente, ayudamos a las familias a manejar estos cambios de forma respetuosa y saludable. Puedes visitarnos en nuestras sedes:
- Sede Principal: Jr. Rebagliati #166 – El Tambo
- Sede San Carlos: Calle San José #230 – San Carlos
- Teléfonos: 996 644 350 / 984 894 659
No estás solo en esto. Pedir ayuda es el primer paso para estar mejor.
¿Te cuesta llevar esta situación?
Mira, nadie dijo que criar en dos hogares fuera fácil. Pero se puede hacer con amor y respeto. Si logras mantener el foco en el bienestar de los niños y evitar convertir la separación en una guerra, ya estás haciendo mucho. No se trata de ser perfectos, solo de estar ahí, disponibles y dispuestos a hablar cuando ellos lo necesiten.
Recuerda que criar es una tarea de todos los días. Habrá momentos difíciles, pero también muchos en los que sentirás que lo estás haciendo bien. Y eso es lo que cuenta.