Si estás leyendo esto y ya sientes que la vuelta al cole te está absorbiendo… tranquila, no estás sola. La verdad, a mí me pasó también el año pasado: terminé llorando la noche antes del primer día de clases solo porque no encontraba la lonchera “correcta”. Ridículo, sí. Pero real.
La vuelta a clases puede ser una locura, incluso cuando ya tienes experiencia. Uniformes, útiles, horarios, hijos ansiosos (y padres también), mil pendientes… ¿cómo no te vas a sentir un poquito al borde?
Así que no, este no es otro texto para decirte que “planifiques todo con antelación y respires profundo”. Bueno, sí… un poco. Pero también para contarte que es normal si te abruma y que hay formas de hacer que el caos no te gane todos los días.
1. Haz lo que puedas… y lo que no, también está bien
La lista de útiles, las citas médicas antes de clases, los zapatos que ya les quedan chicos —todo parece urgente. Pero no lo es todo a la vez.
Yo aprendí (a golpes) que si no me organizo por partes, me quemo. Literal. Así que ahora hago algo muy poco “pro”: armo listas en papel con garabatos, y si no tacho todo, tampoco me doy con palo.
✅ Reparte tareas con quien tengas cerca (sí, también puedes mandar al papá a comprar plumones).
✅ No intentes hacer “todo el domingo”, ni el sábado a las 10 p.m. como yo una vez.
💡 Mi tip: el domingo en la noche solo dejo listas las mochilas. El resto… que ruede.
2. La perfección está sobrevalorada
A veces queremos que el primer día sea de revista: lonchera nutritiva, uniforme impecable, niños felices. Spoiler: no siempre se da así. Y está bien.
✅ Si tu hijo va renegando el primer día, no estás criando mal.
✅ Si tú lloras de cansancio esa semana, bienvenida al club.
✅ Si mandas pan con huevo dos días seguidos, no se va a traumar.
💡 Algo que me repito: “lo importante es estar, no estar perfecta”.
3. Respira, literal… aunque sea en el carro
No te voy a mentir: la paciencia se va cuando no has dormido, los niños pelean por el cepillo de dientes y tú no encuentras las llaves.
En ese momento: detente. Respira como puedas. Aunque sea tres segundos antes de gritar.
✅ Inhala profundo. Exhala más largo.
✅ Mira por la ventana un rato. O mírate en el espejo. A veces solo necesitamos ese mini respiro para no explotar.
💡 Yo tengo una pulserita en la muñeca izquierda. La toco cuando siento que me estoy yendo. Funciona más de lo que parece.
4. Haz de tu casa un espacio seguro (aunque esté desordenada)
No necesitas que todo esté limpio, ordenado y Pinterest-ready para que tus hijos se sientan bien. Necesitan verte presente. Escuchar un “te entiendo” cuando están nerviosos.
✅ Evita descargar tus miedos delante de ellos.
✅ Habla con naturalidad de lo que sienten.
✅ Y celebra lo que parece mínimo: que se vistieron solos, que no lloraron, que hicieron una amistad nueva.
💡 En casa hicimos una “caja de regreso a clases” con cartitas, frases bonitas y dibujitos. Funciona como una especie de amuleto.
5. No te olvides de ti (sí, tú también necesitas cuidados)
Yo sé que suena repetido, pero es verdad: si tú no estás bien, no puedes sostener nada. Así de simple.
✅ Búscate ratitos cortos para ti. 10 minutos de música. Una ducha tranquila.
✅ Habla con otras mamás. Desahógate. Haz memes. Lo que sea que te haga sentir menos sola.
✅ Y si ves que ya te está ganando la ansiedad, no lo normalices. Pide ayuda. No es debilidad.
💡 Yo tengo una regla: un café al día sin niños cerca. Es mi momento de paz. Y a veces, mi única cuerda.
En resumen (aunque no todo tenga que resumirse)
Sobrevivir a la vuelta al cole no se trata de tener todo bajo control. Se trata de respirar en medio del caos, de fallar un poco y seguir intentando.
Porque tus hijos no necesitan una mamá perfecta. Te necesitan a ti, con ojeras, con dudas, con fuerza… y con amor.
✨ Recuerda: una madre tranquila es el mejor apoyo para un hijo seguro y feliz.
